“Muchos se quejan de la ignorancia de las
mugeres; pero muchos también muchos han querido sostenerla como una garantía de
felicidad para ellos y de seguridad para sus padres o para sus esposos (sic)”[1]. Las mujeres eran consideradas como un grupo de
personas que tenían que ser instruidas, sólo para satisfacer un estatus que le
brindaba el tener conocimientos de los cuales pudiera echar mano para poder
realizar las labores domésticas.
La ignorancia como sinónimo de felicidad, y
la adquisición de conocimientos dejan al bello sexo entrar a un círculo muy
cerrado, el cual era liderado por un conjunto hombres. En este apartado, El Semanario de las Señoritas Mejicanas se
enfoca primordialmente a la tarea de
preparar a las mujeres para cumplir con el rol asignado los la elites
dominantes, convirtiéndola en la guardiana del honor familiar.
El conocimiento que se les brindaba, se
muestra en diferentes enunciados, era una cuestión innata la cual sólo se tenía
que asociar con los distintos quehaceres diarios los cuales les provocaban mil preocupaciones al sexo amable. La concepción de ciencia era que “La ciencia
por otra parte se limitan á un resúmen de sencillos principios y de hechos
constantes que exigen ni tan largos estudios ni grandes aparatos para ser
comprendidos”[2]
por lo cual cualquiera podría hacer uso de ella.
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